Hay un gran profesional en ti.

Explica a quien tienes que explicar. Ocurre muchas veces que platicamos las cosas en realidad con la única finalidad de generar más drama, de obtener puntos de lástima ante los demás. El problema que creaste o que no pudiste contener en la oficina es muy poco probable que tus colegas en el mismo nivel te puedan ayudar con él, que tus familiares tengan herramientas genuinas que aportar o que tus amigos puedan/quieran invertir tiempo, dinero y atención para llegar a la solución. Esto es obvio, pero lo que es triste es que generalmente son ellos a los que recurrimos. 

Lo hacemos así por una especie de red de auxilio emocional. No corras a tu red de auxilio emocional. Soluciona hablando de la situación –de nuevo– con quien tienes que hacerlo: tu jefe, tu supervisor, tu gerente, el tipo arriba en la jerarquía. Te van a regañar, sí. Habrán repercusiones negativas: apuéstalo. Lucirás mal: yup. 

Todo eso va a pasar. ¿Y sabes también qué más va a ocurrir? Que habrás entrenado en ser un profesional, alguien que se comporta de manera correcta con su cliente (ve la empresa donde trabajas como tu cliente).

 *  *  *

Estás en el autobús rumbo al trabajo. Todos escuchan música, comparten memes, duermen, hablan del resultado del último gran y vital partido de fútbol, juegan el nuevo Candy Crush, etcétera. No es tu culpa estar en este momento viajando en una ruta que no te gusta a un trabajo que tal vez no es de lo mejor. Sí será tu culpa seguirlo haciendo así en diez años. La receta perfecta para que eso se cumpla es que actúes igual que todos los demás con los que vas compartiendo espacio.

Tú lee. Tú ve escuchando entrevistas e ideas en grandes podcasts. Tú ve pensando lo que harás al llegar al trabajo, con quién lo harás, qué necesitas, qué te falta, cómo puedes suplirlo, etcétera. Deja de pensar tercermundistamente “es que me pagan hasta mi hora de entrada, ahí empiezo a ver qué pendientes hay”.

Las habilidades de resolución de problemas que desarrollas en cualquier tipo de trabajo te acompañan a todos lados, así que no pienses de manera pobre creyendo que estás beneficiando a la empresa a cambio de nada. Hazte la pregunta “¿Dónde puedo poner mi tiempo, atención y dinero el día de hoy para obtener máximos resultados?”.

Esto se llama anticipación.

Entre más arriba está alguien en una organización de clase mundial, más de este estilo de pensamiento tiene. Anticipación no es otra cosa más que ir haciendo drafts de los pasos necesarios para el futuro que te gustaría tener. Lo opuesto a la anticipación es la reacción. Quien sólo responde a estímulos siempre va más lento. Tú anticípate. Piensa. Es fácil: sólo observa alrededor y haz exactamente lo contrario.

 *  *  *

La app de productividad número uno se llama enfoque y la puedes instalar en tu sistema operativo personal haciendo a un lado todo lo que no te lleva al objetivo. ¿Sabes cuál es el principal problema que he detectado en las personas que me dicen que no se pueden enfocar? Que no tienen objetivos. En general piensan que quieren que “les vaya bien”, “tener dinero” y así, pero eso es muy difuso.

Ponte objetivos y velos como puentes a cruzar: “esta semana voy a encontrar la manera de acelerar la coordinación de los pedidos que nos hacen de comida en el restaurante un veinte por ciento, voy a grabar el nuevo proceso y mostrar los resultados a los dueños para discutir con ellos en qué invertir y optimizar aún más”. Tus objetivos tienen que venir de ti, de lo que atrapa tu atención y tu contexto, no de mi blog o el de alguien más.

Esto suena lógico, pero no lo es. 

Mucha gente se entusiasma leyendo este tipo de textos y enseguida copian sin analizar. Gracias por leer y emocionarte, pero nada de esto sirve si no ejecutas el arduo trabajo personal de adaptar el asunto ganadoramente a tu mundo. Sé ultraespecífico en tus objetivos y verás que el enfoque resulta mucho más natural. Eso aplica para quien se emociona con frases de instagram al estilo “mentes millonarias”, aquí hay que ejecutar.

 *  *  *

Hay un gran gerente en ti.

Hay un tipo capaz de llevar cosas geniales a cabo.

Eres un líder en potencia.

No te digo esto para motivarte. Detesto motivar gente. Quien me conoce sabe que apuesto por los pros, personas que hacen lo que tienen que hacer sin importar la condición emocional en que estén ellos o su equipo. En términos generales creo que la motivación es para amateurs. No estás leyendo esto ni yo lo estoy escribiendo porque seamos admiradores del nivel amateur. 

Te digo todo esto porque los gerentes que he conocido, los que he formado bien, en el que me he convertido, no somos tipos especiales. Simplemente nos comportamos de manera profesional, nos anticipamos y nos enfocamos.

Los tipos que conozco que llevan cosas geniales a cabo tampoco son especiales. Simplemente son ecuánimes y persistentes. Tienen humildad intelectual y rehusan entusiasmarse fácilmente cuando saben que tienen mucha tarea por hacer.

Los líderes que conozco, bueno, jamás piensan en sí mismo como líderes. No siguen páginas de liderazgo ni se motivan cada mañana con mantras para líderes. Se arremangan la camisa y piensan y ejecutan y se equivocan y va de nuevo y soportan la critica y no se quiebran a la primera y así de nuevo todo el tiempo.*  *  *

¿Un enemigo del gran gerente en ti?

¿Un enemigo del tipo que lleva a cabo las cosas?

¿Un enemigo del potencial líder que eres?

La falta de atención al entorno: eso que llamamos también “ciclarnos”. ¿Cómo salir de ahí? Toma otra ruta. Llega este día al trabajo en dos camiones en lugar de uno. Llega una hora más temprano. Otro día quédate en un turno que no es el tuyo. El fin de semana ve a comprar un libro cuando pensabas originalmente ir a ver una película. Platica en WhatsApp con alguien que le va bien, dile que la admiras y pregúntale qué te puede recomendar para ser más pro. Estar moviendo nuestro cuello para que no se quede fijo haciéndonos ver y pensar siempre lo mismo es nuestra obligación.

Otro par de enemigos:

La falta de dureza mental. “Yo no puedo”, “Es difícil”, “No es para mí”, “Me falta esto y aquello”, “Es que esto”, “Es que aquello”. Tienes razón en absolutamente todo eso que tu mente dice. En serio. Tú no puedes. Es difícil. No es para ti. Te faltan muchas cosas.

Claro.

Nada más te aviso que todos comenzamos en ese nivel. Así que lo que estás haciendo es un drama interno de bajo nivel con la intención de que alguien venga a abrazarte psicológicamente. ¿Sabes quiénes te van a abrazar? Todos, excepto los que genuinamente te van a ayudar a subir de nivel.

Esto es porque ellos están ocupados tratando a su vez de subir de nivel y saben que uno de los requisitos para trascender es desenmascarar el drama al que somos adictos y reducirlo. Sé duro mentalmente. Sí puedes.

Aquí va el ejemplo: ya entrenaste a tu alma y corazón a sufrir en la final de un campeonato de fútbol porque tu equipo perdió. Esto no es natural. No te engañes. Llorar por esa derrota no es algo que esté incrustado en nuestra biología. No es algo elemental ni vital. Es irrelevante, tonto y temporal. Pero tú has cultivado la disciplina de verlo como algo relevante, importante y trascendental.

Si ya pudiste hacerlo así para ese tema del fútbol, lo puedes hacer con cualquier cosa: entrénate a ser duro mentalmente.

Falta de ownership.

Si un asunto cae en tu regazo, configura tu respuesta personal a verlo como si fuera tu nuevo bebé. Por experiencia te puedo decir que hay ciertas cosas que no puedes delegar. Dios sabe que lo intenté, pero no. Tienes que estar ahí. Si un asunto azota tu bandeja, golpea tu escritorio, viola tu smartphone, engánchate al máximo en él hasta que alguien en la cadena alimenticia con más colmillos que tú venga a darte la instrucción concreta de que lo abandones y/o se lo dejes y/o transfieras a alguien más. 

Esto es ser dueño de cada asunto que nos ataca. Esto es ser gerente de los problemas que nos rodean. Quienes no suben de nivel es principalmente porque carecen de ownership constante.

Ten ownership constante.

Un abrazo, gerente de alto nivel