Archivos de la categoría Carrera

La carta de regina.

Del año 2015…

Hola Emmanuel,

¿Cómo te va?

Necesito una opinión muy objetiva y creo que eres la persona indicada para ello.

Siempre fui una alumna destacada pero nunca supe exactamente lo que quería estudiar. Lo que sí sabía es que soñaba con hablar inglés. Consideré estudiar leyes, idiomas o algo administrativo. Escogí lo fácil, porque aunque no sea tan bien pagado, trabajo de contador o auxiliar administrativo siempre hay. También comencé a estudiar inglés y me gustó.

Ya estando en la universidad, surgió mi deseo por trabajar en una empresa trasnacional y tener la oportunidad de viajar por negocios. Confío en mi capacidad para poder lograr esos objetivos. El trabajo en el que actualmente estoy es “estable” pero no es lo que amo. Definitivamente no lo es.

No he buscado la oportunidad en otro trabajo, tal vez por miedo, inseguridad y porque sé que necesito más herramientas. En mi trabajo contratan jóvenes que hablen inglés, que hayan estudiado mínimo en el Cetys, algunos con maestría y bueno, ha habido uno que otro del Tec de Monterrey. Ni los ponen a prueba. En automático los capacitan para funciones de mayor jerarquía, como ejecutivos comerciales donde visitan clientes y viajan, algo que a mí me gustaría.

Pensando mucho las cosas, leyendo sobre las empresas, veo que cada vez necesitas más herramientas, como una maestría e inglés. Busqué becas para el extranjero, pero nunca encontré una que realmente cubriera mis necesidades. Siempre es estudiar sin posibilidad de trabajar para poder pagar tus necesidades básicas. Encontré una manera más fácil para mis posibilidades económicas. Irme de au pair a Estados Unidos. Ese es mi plan desde hace un poco más de 1 año.

Mis papás están decepcionados. Ellos obviamente influyen completamente en mis decisiones, pero quiero crecer y encontré esta oportunidad. Obviamente sé que no es lo mejor ya que tengo veinticuatro años, dos carreras y muchas ganas de triunfar profesionalmente. Pero quiero vivir el inglés a diario, quiero conocer otra cultura y tengo la oportunidad de tomar cursos en una universidad de Estados Unidos. De hecho mi host family me requiere en Julio. Viviría en Washington, cerca de Georgestown. No sé qué hacer, me mueve mucho todo lo que mi familia me dice, tengo opiniones encontradas.

Un día leí algo que escribiste…Un hombre de verdad…creo que así era el artículo. Mencionabas que lo que se espera es que estudies, termines tu carrera, te compres tu automóvil, te cases, tengas hijos. Pero mi sueño no es casarme. Quiero un automóvil, pero es algo material, nada imposible conseguirlo. Pero la experiencia, la vida en otro país, me come la duda, me dan ganas de tomar el reto, pero no sé si sea la mejor manera.

A veces creo que hay un poco de razón en lo que me dicen mis papás de que es un poco humillante irme de niñera cuando aquí podría trabajar de lo que estudié, que si quería ser niñera pues que mejor no hubiera estudiado. Es extraño porque ya tengo dos años de egresada y detendría por un año mi avance profesional.

Definitivamente tengo que buscar las oportunidades por lo cual considero buena opción irme a Estados Unidos, practicar inglés, traer una mentalidad diferente y sentirme segura de lo que quiero. Pero también sé que hay personas que no han necesitado irse a Estados Unidos de niñeras para conseguir “el trabajo de sus sueños” a su regreso a México.

No sé si sea la edad, la etapa en la que estoy, pero TENGO MIEDO, no sé si en verdad me estoy equivocando, desviando del camino o simplemente soy un ser humano más que está buscando el medio, no importa cómo sino el porqué.

Y básicamente es eso… no sé qué hacer

Siempre he considerado que eres una persona inteligente y digna de admirar. Eres joven y se nota que muy obstinado. Has convivido con muchas personas diferentes por tu trabajo y por ello creo que tú podrías darme una excelente opinión.

– Regina


Esa misma noche respondí.

Hola Regina,

Siempre fui una alumna destacada pero nunca supe exactamente lo que quería estudiar. Lo que sí sabía es que soñaba con hablar inglés.

Uno es lo que sueña. En lo que piensa todo el tiempo. Lo demás es negación. Y miedo.

Consideré estudiar leyes, idiomas o algo administrativo. Escogí lo fácil, porque aunque no sea tan bien pagado, trabajo de contador o auxiliar administrativo siempre hay. También comencé a estudiar inglés y me gustó.

Esta es tu segunda referencia al idioma. Todo lo demás es negación. “Trabajo siempre hay”. ¿Qué significa eso? No me gusta. Suena dogmático pensar que por estudiar contaduría o administración uno ya tiene la vida asegurada. No es así. Además, tener la vida asegurada es lo más aburrido del mundo.

Ya estando en la universidad, surgió mi deseo por trabajar en una empresa trasnacional y tener la oportunidad de viajar por negocios. Confío en mi capacidad para poder lograr esos objetivos. El trabajo en el que actualmente estoy es “estable” pero no es lo que amo. Definitivamente no lo es.

La estabilidad tal vez – y digo “tal vez” porque aún no lo creo – es algo bueno a los cuarentas, cincuentas, cuando las rodillas ya no dan para mucho, cuando el espíritu ha sido machacado. Pasar los veintes y los treintas preocupados por el AFORE y el IMSS es un crimen.

No he buscado la oportunidad en otro trabajo, tal vez por miedo, inseguridad y porque sé que necesito más herramientas. En mi trabajo contratan jóvenes que hablen inglés, que hayan estudiado mínimo en el Cetys, algunos con maestría y bueno, ha habido uno que otro del Tec de Monterrey. Ni los ponen a prueba. En automático los capacitan para funciones de mayor jerarquía, como ejecutivos comerciales donde visitan clientes y viajan, algo que a mí me gustaría. Pensando mucho las cosas, leyendo sobre las empresas, veo que cada vez necesitas más herramientas, como una maestría e inglés.

He tenido la oportunidad desde hace muchos años de convivir con universitarios de escuelas públicas y privadas de todo el país. La única diferencia directa que he encontrado entre egresados de una u otra modalidad es que los últimos simplemente creen que pueden hacerlo y tenerlo todo. Sus universidades les han inculcado artificialmente una actitud donde les dicen que son chingones. Y cuando alguien te repite que eres chingón todo el tiempo terminas creyéndolo. Por el contrario, si tú repites y permites que te repitan que “todavía no eres chingona porque te hacen falta más y más y más y más herramientas” lo incorporarás en tu actitud y se notará. Cuando uno cree ser sexy aunque no lo sea, la gente lo percibe así. Y al revés también. Por eso hay chicas guapas que no creen ser guapas y tipos talentosos que no creen ser talentosos: se han repetido hasta el cansancio que son otra cosa. Recomendación directa: deja de decirte que te faltan herramientas. Lo que suele hacer falta es actitud y determinación.

Busqué becas para el extranjero, pero nunca encontré una que realmente cubriera mis necesidades. Siempre es estudiar sin posibilidad de trabajar para poder pagar tus necesidades básicas.

Leo esto y entiendo “quiero quiero quiero quiero quiero quiero irme al extranjero”. Vete al extranjero.

Encontré una manera más fácil para mis posibilidades económicas. Irme de au pair a Estados Unidos. Ese es mi plan desde hace un poco más de 1 año.

“Y en serio quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero irme al extranjero como sea”. Vete al extranjero.

Mis papás están decepcionados. Ellos obviamente influyen completamente en mis decisiones, pero quiero crecer.

En este momento son tus papás a los que usas como excusa para no irte. En cinco años serán tus hijos o tu esposo. Y así. Siempre habrá alguien que encontremos a mano para decir que por él o ella o ellos no hicimos lo que teníamos que hacer. Para crecer no se pide permiso.

Y encontré esta oportunidad. Obviamente sé que no es lo mejor ya que tengo veinticuatro años, dos carreras y muchas ganas de triunfar profesionalmente.

No existe “esa oportunidad” tal cual. Tú la estás creando. Ponte en el lugar correcto con la gente correcta para que las cosas que quieres que te pasen, te pasen.

Pero quiero vivir el inglés a diario, quiero conocer otra cultura y tengo la oportunidad de tomar cursos en una universidad de Estados Unidos. De hecho mi host family me requiere en Julio. Viviría en Washington, cerca de Georgestown.

“Quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero mucho irme al extranjero y hacer algo allá”. Vete al extranjero.

No sé qué hacer, me mueve mucho todo lo que mi familia me dice, tengo opiniones encontradas. Un día leí algo que escribiste…Un hombre de verdad…creo que así era el artículo. Mencionabas que lo que se espera es que estudies, termines tu carrera, te compres tu automóvil, te cases, tengas hijos.

Familia, decepción, excusas, chantaje sentimental. Cuando uno hace las cosas que tiene que hacer todo se acomoda paulatinamente. Usar frases al estilo “me mueve mucho todo lo que mi familia me dice”, “no sé qué hacer”, “estoy confundida” es una invitación a que el drama se apropie de tu situación y no te deje actuar con claridad. Define el problema, si es que en realidad existe uno. Si el problema es que tu familia va a resentir tu partida, el enfoque que te sugiero es hablar con ellos y explicar que tienes que irte porque es lo que tu alma te dicta. Que los amas. Que escribirás y llamarás. Que regresarás. Listo. Tú haz bien tu parte y si ellos no hacen bien la suya, son personas que tienen que recorrer un camino propio. Uno no puede ni debe caminar el camino de los demás.

Pero mi sueño no es casarme. Quiero un automóvil, pero es algo material, nada imposible conseguirlo.

Tú dices eso y yo leo “¿Qué otras cosas puedo encontrar para atarme aquí y no irme?” Compra un auto. Una casa. Cásate. Tal sería la receta para la inmovilidad en este momento. Chuck Palahniuk dice que las cosas que poseemos, terminan poseyéndonos. Es cierto.

Pero la experiencia, la vida en otro país, me come la duda, me dan ganas de tomar el reto, pero no sé si sea la mejor manera.

“Quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero quiero irme a otro país…pero tengo un poco de miedo”. Es como la primera noche en la cama con alguien. Es como el primer beso. La primera lección de manejo. La primera vez que preparas algo en el horno. Da miedo, pero entre más lo hagas, más fácil será.

A veces creo que hay un poco de razón en lo que me dicen mis papás de que es un poco humillante irme de niñera cuando aquí podría trabajar de lo que estudié, que si quería ser niñera pues que mejor no hubiera estudiado.

Hugh MacLeod dice que la mejor forma de obtener aprobación es no necesitándola. Y que esto es igualmente cierto en el arte y los negocios. Y en el amor. Y en el sexo. Y justo en todo lo demás que valga la pena tener. A los padres hay que amarlos y respetarlos pero también educarlos. Durante veinte años han vivido para decirte cómo hacer las cosas. Es un hábito que no se elimina de un día para otro. Entre más los consultes, más seguirán ellos hablando con la pequeña Regina de diez años. No con la profesional que se quiere ir a otro lado. Eso de humillarse es una tontería. Cuenta la leyenda que Jesús dijo que el servir a otros no es faena de seres inferiores.

Es extraño porque ya tengo dos años de egresada y detendría por un año mi avance profesional.

Supongamos que vas a vivir setenta años. Y que estudiaste unos buenos siete años las dos carreras y que tienes veinticinco años ahora. Es decir, que te quedan cuarenta y cinco años de vida. Y como ya estudiaste esos siete años ahora por fuerza debes dedicarte única y exclusivamente a hacer eso, aunque tu corazón te diga que lo tuyo es ser bailarina de flamenco, niñera en Washington, escritora en Budapest, fotógrafa en Argentina. Visto en el largo plazo, es una ridiculez enorme el valor que damos a los pocos años de universidad para que influyan en el resto de nuestras vidas. Como si ahí realmente se decidiera todo. No se decide nada. Es una mentira bien vendida. 

Definitivamente tengo que buscar las oportunidades por lo cual considero buena opción irme a Estados Unidos, practicar inglés, traer una mentalidad diferente y sentirme segura de lo que quiero.

En “Wear Sunscreen”, el narrador dice que las personas más interesantes que conoce no sabían que querían hacer con sus vidas a los veintidós. Y que algunas de las más interesantes personas de cuarenta que conoce aún no lo saben. No te preocupes. No hay un límite para saber lo que uno quiere ser. Eso es otra invención.

Pero también sé que hay personas que no han necesitado irse a Estados Unidos de niñeras para conseguir “el trabajo de sus sueños” a su regreso a México.

No compares vidas. Desconoces lo que esas personas han vivido. Lo único que conoces a fondo es tu historia y lo único que puedes relativamente controlar son tus decisiones.

No sé si sea la edad, la etapa en la que estoy, pero TENGO MIEDO, no sé si en verdad me estoy equivocando, desviando del camino o simplemente soy un ser humano más que está buscando el medio, no importa cómo sino el porqué. Y básicamente es eso… no sé qué hacer.

Una invitación: no hables en términos dramáticos o serás una persona dramática. El miedo siempre existe en todos. Cómo lo usan los que triunfan y los que fracasan es la diferencia. El miedo es un motor.

Siempre he considerado que eres una persona inteligente y digna de admirar. Eres joven y se nota que muy obstinado. Has convivido con muchas personas diferentes por tu trabajo y por ello creo que tú podrías darme una excelente opinión.

Vengo de una historia con muchos retos, pero siempre he creído que soy capaz de muchas cosas. No tuve las mejores calificaciones de mi clase, ni fui el primero en graduarme. No me interesan cosas que a muchos otros sí. Cuando eres original, la gente lo nota. Cuando eres honesto, también. Tengo miedos, claro, pero no dejo que sean cosas difusas. Los enfoco claramente y los defino para poder abordarlos. Me despido con una gran cita de Robert Heinlein: “En la ausencia de metas claramente definidas, nos volvemos extrañamente leales a las minucias diarias hasta que finalmente quedamos esclavizados por ellas.”

Poco tiempo después, Regina agradeció mi respuesta.

Mil gracias por tomarte el tiempo.

Y me despedí.

Gracias a ti. Por preguntar. A los que intentamos hacer cosas diferentes nos encanta compartir nuestras opiniones e ideas con aquellos que quieren iniciar.

Y vete. Que toda tu alma te lo está pidiendo.

Hoy – cuatro meses después – Regina vive en Washington. Pronto estudiará en Georgetown University.

Es muy feliz.

¿Y tu?

Hay un gran profesional en ti.

Explica a quien tienes que explicar. Ocurre muchas veces que platicamos las cosas en realidad con la única finalidad de generar más drama, de obtener puntos de lástima ante los demás. El problema que creaste o que no pudiste contener en la oficina es muy poco probable que tus colegas en el mismo nivel te puedan ayudar con él, que tus familiares tengan herramientas genuinas que aportar o que tus amigos puedan/quieran invertir tiempo, dinero y atención para llegar a la solución. Esto es obvio, pero lo que es triste es que generalmente son ellos a los que recurrimos. 

Lo hacemos así por una especie de red de auxilio emocional. No corras a tu red de auxilio emocional. Soluciona hablando de la situación –de nuevo– con quien tienes que hacerlo: tu jefe, tu supervisor, tu gerente, el tipo arriba en la jerarquía. Te van a regañar, sí. Habrán repercusiones negativas: apuéstalo. Lucirás mal: yup. 

Todo eso va a pasar. ¿Y sabes también qué más va a ocurrir? Que habrás entrenado en ser un profesional, alguien que se comporta de manera correcta con su cliente (ve la empresa donde trabajas como tu cliente).

 *  *  *

Estás en el autobús rumbo al trabajo. Todos escuchan música, comparten memes, duermen, hablan del resultado del último gran y vital partido de fútbol, juegan el nuevo Candy Crush, etcétera. No es tu culpa estar en este momento viajando en una ruta que no te gusta a un trabajo que tal vez no es de lo mejor. Sí será tu culpa seguirlo haciendo así en diez años. La receta perfecta para que eso se cumpla es que actúes igual que todos los demás con los que vas compartiendo espacio.

Tú lee. Tú ve escuchando entrevistas e ideas en grandes podcasts. Tú ve pensando lo que harás al llegar al trabajo, con quién lo harás, qué necesitas, qué te falta, cómo puedes suplirlo, etcétera. Deja de pensar tercermundistamente “es que me pagan hasta mi hora de entrada, ahí empiezo a ver qué pendientes hay”.

Las habilidades de resolución de problemas que desarrollas en cualquier tipo de trabajo te acompañan a todos lados, así que no pienses de manera pobre creyendo que estás beneficiando a la empresa a cambio de nada. Hazte la pregunta “¿Dónde puedo poner mi tiempo, atención y dinero el día de hoy para obtener máximos resultados?”.

Esto se llama anticipación.

Entre más arriba está alguien en una organización de clase mundial, más de este estilo de pensamiento tiene. Anticipación no es otra cosa más que ir haciendo drafts de los pasos necesarios para el futuro que te gustaría tener. Lo opuesto a la anticipación es la reacción. Quien sólo responde a estímulos siempre va más lento. Tú anticípate. Piensa. Es fácil: sólo observa alrededor y haz exactamente lo contrario.

 *  *  *

La app de productividad número uno se llama enfoque y la puedes instalar en tu sistema operativo personal haciendo a un lado todo lo que no te lleva al objetivo. ¿Sabes cuál es el principal problema que he detectado en las personas que me dicen que no se pueden enfocar? Que no tienen objetivos. En general piensan que quieren que “les vaya bien”, “tener dinero” y así, pero eso es muy difuso.

Ponte objetivos y velos como puentes a cruzar: “esta semana voy a encontrar la manera de acelerar la coordinación de los pedidos que nos hacen de comida en el restaurante un veinte por ciento, voy a grabar el nuevo proceso y mostrar los resultados a los dueños para discutir con ellos en qué invertir y optimizar aún más”. Tus objetivos tienen que venir de ti, de lo que atrapa tu atención y tu contexto, no de mi blog o el de alguien más.

Esto suena lógico, pero no lo es. 

Mucha gente se entusiasma leyendo este tipo de textos y enseguida copian sin analizar. Gracias por leer y emocionarte, pero nada de esto sirve si no ejecutas el arduo trabajo personal de adaptar el asunto ganadoramente a tu mundo. Sé ultraespecífico en tus objetivos y verás que el enfoque resulta mucho más natural. Eso aplica para quien se emociona con frases de instagram al estilo “mentes millonarias”, aquí hay que ejecutar.

 *  *  *

Hay un gran gerente en ti.

Hay un tipo capaz de llevar cosas geniales a cabo.

Eres un líder en potencia.

No te digo esto para motivarte. Detesto motivar gente. Quien me conoce sabe que apuesto por los pros, personas que hacen lo que tienen que hacer sin importar la condición emocional en que estén ellos o su equipo. En términos generales creo que la motivación es para amateurs. No estás leyendo esto ni yo lo estoy escribiendo porque seamos admiradores del nivel amateur. 

Te digo todo esto porque los gerentes que he conocido, los que he formado bien, en el que me he convertido, no somos tipos especiales. Simplemente nos comportamos de manera profesional, nos anticipamos y nos enfocamos.

Los tipos que conozco que llevan cosas geniales a cabo tampoco son especiales. Simplemente son ecuánimes y persistentes. Tienen humildad intelectual y rehusan entusiasmarse fácilmente cuando saben que tienen mucha tarea por hacer.

Los líderes que conozco, bueno, jamás piensan en sí mismo como líderes. No siguen páginas de liderazgo ni se motivan cada mañana con mantras para líderes. Se arremangan la camisa y piensan y ejecutan y se equivocan y va de nuevo y soportan la critica y no se quiebran a la primera y así de nuevo todo el tiempo.*  *  *

¿Un enemigo del gran gerente en ti?

¿Un enemigo del tipo que lleva a cabo las cosas?

¿Un enemigo del potencial líder que eres?

La falta de atención al entorno: eso que llamamos también “ciclarnos”. ¿Cómo salir de ahí? Toma otra ruta. Llega este día al trabajo en dos camiones en lugar de uno. Llega una hora más temprano. Otro día quédate en un turno que no es el tuyo. El fin de semana ve a comprar un libro cuando pensabas originalmente ir a ver una película. Platica en WhatsApp con alguien que le va bien, dile que la admiras y pregúntale qué te puede recomendar para ser más pro. Estar moviendo nuestro cuello para que no se quede fijo haciéndonos ver y pensar siempre lo mismo es nuestra obligación.

Otro par de enemigos:

La falta de dureza mental. “Yo no puedo”, “Es difícil”, “No es para mí”, “Me falta esto y aquello”, “Es que esto”, “Es que aquello”. Tienes razón en absolutamente todo eso que tu mente dice. En serio. Tú no puedes. Es difícil. No es para ti. Te faltan muchas cosas.

Claro.

Nada más te aviso que todos comenzamos en ese nivel. Así que lo que estás haciendo es un drama interno de bajo nivel con la intención de que alguien venga a abrazarte psicológicamente. ¿Sabes quiénes te van a abrazar? Todos, excepto los que genuinamente te van a ayudar a subir de nivel.

Esto es porque ellos están ocupados tratando a su vez de subir de nivel y saben que uno de los requisitos para trascender es desenmascarar el drama al que somos adictos y reducirlo. Sé duro mentalmente. Sí puedes.

Aquí va el ejemplo: ya entrenaste a tu alma y corazón a sufrir en la final de un campeonato de fútbol porque tu equipo perdió. Esto no es natural. No te engañes. Llorar por esa derrota no es algo que esté incrustado en nuestra biología. No es algo elemental ni vital. Es irrelevante, tonto y temporal. Pero tú has cultivado la disciplina de verlo como algo relevante, importante y trascendental.

Si ya pudiste hacerlo así para ese tema del fútbol, lo puedes hacer con cualquier cosa: entrénate a ser duro mentalmente.

Falta de ownership.

Si un asunto cae en tu regazo, configura tu respuesta personal a verlo como si fuera tu nuevo bebé. Por experiencia te puedo decir que hay ciertas cosas que no puedes delegar. Dios sabe que lo intenté, pero no. Tienes que estar ahí. Si un asunto azota tu bandeja, golpea tu escritorio, viola tu smartphone, engánchate al máximo en él hasta que alguien en la cadena alimenticia con más colmillos que tú venga a darte la instrucción concreta de que lo abandones y/o se lo dejes y/o transfieras a alguien más. 

Esto es ser dueño de cada asunto que nos ataca. Esto es ser gerente de los problemas que nos rodean. Quienes no suben de nivel es principalmente porque carecen de ownership constante.

Ten ownership constante.

Un abrazo, gerente de alto nivel 

La gente que dice que no hay trabajo en México.

Error. Trabajo sí hay. Bastante.
Te lo digo yo que contrato gente y convivo con gente que contrata más gente.
Tres tendencias que he notado en quienes se quejan de que no hay trabajo en el país:

A) Quieren ganar mucho dinero de entrada,
B) Sabotean sus posibilidades y
C) Buscan que todo se ajuste a ellos.

A) QUERER GANAR MUCHO DINERO DE ENTRADA.

Hay trabajos que pagan muy bien y que dan excelentes prestaciones. La aplastante mayoría de esos empleos jamás van a ser publicados en periódicos o bolsas de trabajo en línea. ¿Por qué no? Porque si yo gerente soy ascendido a director voy a jalar al puesto que estoy dejando libre a alguien que conozca, a alguien que ya haya trabajado conmigo.

A alguien de mi círculo.

No voy a poner un anuncio para contratar a un grupo de desconocidos, por muy buenos que puedan ser.
Si le puedo dar un empleo de treinta - cuarenta mil pesos mensuales a alguien, se lo voy a dar a alguien probado dentro de mi rango de atención.

¿Cómo ser alguien probado? Siendo chingón en todo lo que te hayan puesto a hacer desde el nivel más bajo hasta el nivel en que te encuentres.

Que si eras el que barría los pisos, lo hacías más rápido y mejor que los demás. Que te quedabas un rato más en tu turno para asegurarte que no quedaran las huellas marcadas de los demás. Que te tomabas el tiempo para pulir bien los pasillos aunque no era necesario hacerlo a diario.

Cuidado con esto: muchos chicos que comienzan – y muchos que ya no son tan chicos – enfocan tontamente la manera en como trabajan. Sienten que los están «explotando» por quedarse veinte o treinta minutos más en la oficina o un par de horas. O ir en sábado cuando eso no está en su contrato. O contestar una llamada en su día de descanso.

NO ESTOY DICIENDO QUE TIENES QUE VIVIR PARA LA EMPRESA.
No estoy diciendo que tienes que dejar que te exploten. No.
Lo que intento decirte es que lo enfoques de manera diferente.
ENFOCA
TODO ESTE ASUNTO
DE MANERA DIFERENTE.

Piensa en el tipo de señal que estás enviando a todo el mundo que te ve actuar, a toda la gente que te conoce, a quienes te siguen en base a tu desempeño.
«Mira, «Fulano» siempre se queda trabajando de más. Se va a las siete y todos salimos a las cinco».

Los corto-placistas lo ven como una tontería. Mejor se van a las cinco porque hasta esa hora les pagan. Tienen una urgencia por salir de la oficina para llegar a casa a navegar en internet y compartir memes chistosos y luego para ver y poner toda su atención en lo que diga el noticiero de la noche, o el facebook.

Los empleos DE CUALQUIER TIPO son los mejores centros de exhibición personal. Aprendes a ver quién es quién, cómo se mueve, qué tanto lleva las cosas más allá de lo solicitado.

Y aparte te formas una disciplina emocional.

Obviamente debes cuidar el no ciclarte. No te vuelvas super efectivo con la finalidad de que la empresa sea la única que se beneficie de ello.

Haz que todo el mundo note el esfuerzo que haces.

No te desesperes. Esto no ocurre en un mes o en tres días. Toma tiempo. Pero vale mucho la pena.
Es tu reputación la que estás construyendo.

Aparte, estás bien joven, tienes veinte, veintisiete años. ¿Qué pinche prisa tienes por salir temprano a hacer nada? Muchos de los que más se esfuerzan en no trabajar un minuto de más NO TIENEN ninguna otra actividad relevante de largo plazo en el día. Lo he visto. Lo sé por experiencia.

Las personas que son de alto desempeño, que llevan su trabajo diario a los niveles más altos, son personas que aparte de trabajar hacen ejercicio, practican un arte, aprenden otros idiomas y conviven con nuevas personas todo el tiempo. Leen. Van al cine. Experimentan. Viajan.

Usualmente quien busca salir exactamente a su hora y hacer únicamente el trabajo que le asignan y ni un poco más es aquel que llega a casa a hacer nada.

* * *
B) SABOTEAN SUS POSIBILIDADES

Hermosas y perfectas formas en que saboteas tus posibilidades laborales ante ojos experimentados en la búsqueda del gran talento:

– El perfil solicitado en el anuncio es ideal para ti, excepto por un detalle. Y por eso detalle decides no aplicar. Lo que estás haciendo aquí es que tú solito te estás filtrando. Error. Deja que ellos te digan que no. ¿Cuál es la necesidad de que tú mismo te descartes?

– La hora en que te dieron la gran cita para la entrevista estropea tu horario de trabajo actual o de alguna materia en la escuela o una cita amorosa. Lo peor no es eso, sino que le cuentas tu problema al de RRHH para ver si te la puede cambiar. No chingues. Si te interesa, soluciona tu cuento y llega a la hora que tienes que llegar. Tus problemas son eso: tuyos.

– Hablas de «yo yo yo» todo el tiempo en lugar de «puedo hacer esto por la empresa», «en donde trabajé el equipo y yo hacíamos esto y creo que podría implementar esto aquí». Agrega valor a tu oferta, no te concentres nada más en lo que quieres recibir.

– Te expresas negativamente. De lo que sea. Una persona. Una visión del mundo. Una experiencia. Esto habla de tu estado de mente.

– No sabes controlar tu lenguaje corporal. Ni siquiera conoces ese concepto de lenguaje corporal. El que sí lo entiende, te puede leer y tú no sabes qué es lo que está ocurriendo.

– Quieres que la persona o la empresa para la que todavía no trabajas de entrada se adapte a tu horario o a los días en que puedes acudir a platicar con ellos. NO. Disculpa, pero no chingues. Este es el error más común de la gente: «es que ya no voy a poder ir a verte a la hora que quedamos porque me salió una chambita». NO DIGAS COSAS ASÍ. No nos interesan tus excusas. Te ves poco profesional. Tenías una oportunidad de llegar y ahora la has perdido.

Claro, hay gente que contrata personas de bajo desempeño.
Pero les pagan poco. Los explotan. No hay mayor trascendencia en la actividad que les van a asignar.
Las personas con amplia visión y talento saben reconocer el talento.
Y buscan atraerlo.

Ten talento. Y sé profesional.
Vaya combinación.

* * *
C) QUERER QUE TODO SE AJUSTE A TI.

Quiero un trabajo bien chingón pero de preferencia a cinco cuadras de mi casa.
Que no me haga trabajar en sábado para poder salir el viernes al antro.
Que me pague bien y que no necesite yo hacer mi máximo esfuerzo.
Que me den vacaciones cuando yo quiera para irme con mi novio a Europa.
No es que eso no exista o no se pueda.
Pero uno obtiene lo que uno da.
Para un trabajo verdaderamente fregón, tú tienes que ser verdaderamente fregón.

Que hoy en día exista gente que pueda dedicar su tiempo a escribir, viajar, dar conferencias, cursos y supervisar los negocios en los que se han embarcado no es algo gratuito.

He visto reciben comentarios de «seguro fue un niño fresa que su papá tenía dinero», «seguro estudio en esta súper universidad». No tiene nada de malo que tu familia tenga recursos. Tampoco tiene nada de malo poder acceder a una educación de élite. Nada de esto fue realidad de muchos. Pero siempre es más fácil apuntar a factores fortuitos favorables para justificar la buena situación actual de alguien en lugar de pensar que se ha partido la madre haciendo lo que ha tenido que hacer para colocarse en el punto donde está.

Yo trabajé de lunes a domingo coordinando gente, en retail, haciendo reportes basicos durante siete años. Ganando poco dinero. Sintiéndome agotado y frustrado muchas veces.

Entraba a las 7:30 a.m. y salía a las 9:30 p.m. de lunes a viernes.
Los sábados y domingos todo el día.
Me regañaron muchas veces por mil tonterías.
Me premiaron unas pocas por ser efectivo.
Me desesperé porque mis jefes no parecían notar mi valía y esfuerzo.

El día de hoy cuando escucho a un chico quejarse de que tiene que trabajar dos horas demás o contestar en su descanso yo pongo los ojos en blanco.

Un empleo es una disciplina de vida patrocinada por una empresa.

Aprovecha ese patrocinio – tan raquítico o espléndido como sea – para desarrollar la mayor cantidad posible de habilidades interpersonales en una gama profesional que te hará destacar con los años.

Si te partes la madre durante mucho tiempo seguido, te volverás una persona que sabrá lo que es el trabajo duro y podrá ponerse al frente de su propio negocio o de una dirección o gerencia porque sabe marcar el paso sin cansarse.

Pero si estás soñando con el fin de semana cada siete días, ese será todo el premio que tendrás.
Tu fin de semana bonito.

Tus días de vacaciones peleados y negociados.
Puedes poner tus condiciones.
Pero sólo cuando eres alguien indispensable.
Aunque la gente dice que no hay nadie indispensable en la empresa.

Probablemente. Pero si te acercas lo más posible a ese nivel, siendo jefazo o fundador de la misma, podrás tener acceso a situaciones que ni imaginabas.

Tus horarios.
Tu salario.
Tu libertad de acción.

Si no estás dispuesto a esforzarte para lograr ese nivel, no mereces las ventajas que tiene ser vicepresidente, director, gerente, CEO, CTO o algún puesto de alta relevancia en una gran empresa.
Todos podemos.

No todos queremos.
Trabajo sí hay. Trabajos buenos sí hay.
Persistencia verdadera, enfoque, eso es lo que hace la diferencia.

Es muy fácil identificar cuando alguien tiene la actitud incorrecta hacia su trabajo: se queja de él todo el tiempo, acusa a todos los factores externos posibles e imaginables, busca zafarse del mismo.
El problema no es el trabajo que te paga poco. El problema no es el jefe que no te valora. El problema no es la empresa que te explota.

El problema somos nosotros que al seguir inyectando nuestro tiempo a esas situaciones estamos votando porque se mantengan vivas. Votamos a favor por el mero hecho de estar ahí, por el miedo a perder «la antigüedad» y demás.

La gente dice que no hay trabajo en México.

Pero es la gente que no puede ver más allá.