Archivo del Autor: gonzaleznajeraemmanuel@outlook.com

Hay un gran profesional en ti.

Explica a quien tienes que explicar. Ocurre muchas veces que platicamos las cosas en realidad con la única finalidad de generar más drama, de obtener puntos de lástima ante los demás. El problema que creaste o que no pudiste contener en la oficina es muy poco probable que tus colegas en el mismo nivel te puedan ayudar con él, que tus familiares tengan herramientas genuinas que aportar o que tus amigos puedan/quieran invertir tiempo, dinero y atención para llegar a la solución. Esto es obvio, pero lo que es triste es que generalmente son ellos a los que recurrimos. 

Lo hacemos así por una especie de red de auxilio emocional. No corras a tu red de auxilio emocional. Soluciona hablando de la situación –de nuevo– con quien tienes que hacerlo: tu jefe, tu supervisor, tu gerente, el tipo arriba en la jerarquía. Te van a regañar, sí. Habrán repercusiones negativas: apuéstalo. Lucirás mal: yup. 

Todo eso va a pasar. ¿Y sabes también qué más va a ocurrir? Que habrás entrenado en ser un profesional, alguien que se comporta de manera correcta con su cliente (ve la empresa donde trabajas como tu cliente).

 *  *  *

Estás en el autobús rumbo al trabajo. Todos escuchan música, comparten memes, duermen, hablan del resultado del último gran y vital partido de fútbol, juegan el nuevo Candy Crush, etcétera. No es tu culpa estar en este momento viajando en una ruta que no te gusta a un trabajo que tal vez no es de lo mejor. Sí será tu culpa seguirlo haciendo así en diez años. La receta perfecta para que eso se cumpla es que actúes igual que todos los demás con los que vas compartiendo espacio.

Tú lee. Tú ve escuchando entrevistas e ideas en grandes podcasts. Tú ve pensando lo que harás al llegar al trabajo, con quién lo harás, qué necesitas, qué te falta, cómo puedes suplirlo, etcétera. Deja de pensar tercermundistamente “es que me pagan hasta mi hora de entrada, ahí empiezo a ver qué pendientes hay”.

Las habilidades de resolución de problemas que desarrollas en cualquier tipo de trabajo te acompañan a todos lados, así que no pienses de manera pobre creyendo que estás beneficiando a la empresa a cambio de nada. Hazte la pregunta “¿Dónde puedo poner mi tiempo, atención y dinero el día de hoy para obtener máximos resultados?”.

Esto se llama anticipación.

Entre más arriba está alguien en una organización de clase mundial, más de este estilo de pensamiento tiene. Anticipación no es otra cosa más que ir haciendo drafts de los pasos necesarios para el futuro que te gustaría tener. Lo opuesto a la anticipación es la reacción. Quien sólo responde a estímulos siempre va más lento. Tú anticípate. Piensa. Es fácil: sólo observa alrededor y haz exactamente lo contrario.

 *  *  *

La app de productividad número uno se llama enfoque y la puedes instalar en tu sistema operativo personal haciendo a un lado todo lo que no te lleva al objetivo. ¿Sabes cuál es el principal problema que he detectado en las personas que me dicen que no se pueden enfocar? Que no tienen objetivos. En general piensan que quieren que “les vaya bien”, “tener dinero” y así, pero eso es muy difuso.

Ponte objetivos y velos como puentes a cruzar: “esta semana voy a encontrar la manera de acelerar la coordinación de los pedidos que nos hacen de comida en el restaurante un veinte por ciento, voy a grabar el nuevo proceso y mostrar los resultados a los dueños para discutir con ellos en qué invertir y optimizar aún más”. Tus objetivos tienen que venir de ti, de lo que atrapa tu atención y tu contexto, no de mi blog o el de alguien más.

Esto suena lógico, pero no lo es. 

Mucha gente se entusiasma leyendo este tipo de textos y enseguida copian sin analizar. Gracias por leer y emocionarte, pero nada de esto sirve si no ejecutas el arduo trabajo personal de adaptar el asunto ganadoramente a tu mundo. Sé ultraespecífico en tus objetivos y verás que el enfoque resulta mucho más natural. Eso aplica para quien se emociona con frases de instagram al estilo “mentes millonarias”, aquí hay que ejecutar.

 *  *  *

Hay un gran gerente en ti.

Hay un tipo capaz de llevar cosas geniales a cabo.

Eres un líder en potencia.

No te digo esto para motivarte. Detesto motivar gente. Quien me conoce sabe que apuesto por los pros, personas que hacen lo que tienen que hacer sin importar la condición emocional en que estén ellos o su equipo. En términos generales creo que la motivación es para amateurs. No estás leyendo esto ni yo lo estoy escribiendo porque seamos admiradores del nivel amateur. 

Te digo todo esto porque los gerentes que he conocido, los que he formado bien, en el que me he convertido, no somos tipos especiales. Simplemente nos comportamos de manera profesional, nos anticipamos y nos enfocamos.

Los tipos que conozco que llevan cosas geniales a cabo tampoco son especiales. Simplemente son ecuánimes y persistentes. Tienen humildad intelectual y rehusan entusiasmarse fácilmente cuando saben que tienen mucha tarea por hacer.

Los líderes que conozco, bueno, jamás piensan en sí mismo como líderes. No siguen páginas de liderazgo ni se motivan cada mañana con mantras para líderes. Se arremangan la camisa y piensan y ejecutan y se equivocan y va de nuevo y soportan la critica y no se quiebran a la primera y así de nuevo todo el tiempo.*  *  *

¿Un enemigo del gran gerente en ti?

¿Un enemigo del tipo que lleva a cabo las cosas?

¿Un enemigo del potencial líder que eres?

La falta de atención al entorno: eso que llamamos también “ciclarnos”. ¿Cómo salir de ahí? Toma otra ruta. Llega este día al trabajo en dos camiones en lugar de uno. Llega una hora más temprano. Otro día quédate en un turno que no es el tuyo. El fin de semana ve a comprar un libro cuando pensabas originalmente ir a ver una película. Platica en WhatsApp con alguien que le va bien, dile que la admiras y pregúntale qué te puede recomendar para ser más pro. Estar moviendo nuestro cuello para que no se quede fijo haciéndonos ver y pensar siempre lo mismo es nuestra obligación.

Otro par de enemigos:

La falta de dureza mental. “Yo no puedo”, “Es difícil”, “No es para mí”, “Me falta esto y aquello”, “Es que esto”, “Es que aquello”. Tienes razón en absolutamente todo eso que tu mente dice. En serio. Tú no puedes. Es difícil. No es para ti. Te faltan muchas cosas.

Claro.

Nada más te aviso que todos comenzamos en ese nivel. Así que lo que estás haciendo es un drama interno de bajo nivel con la intención de que alguien venga a abrazarte psicológicamente. ¿Sabes quiénes te van a abrazar? Todos, excepto los que genuinamente te van a ayudar a subir de nivel.

Esto es porque ellos están ocupados tratando a su vez de subir de nivel y saben que uno de los requisitos para trascender es desenmascarar el drama al que somos adictos y reducirlo. Sé duro mentalmente. Sí puedes.

Aquí va el ejemplo: ya entrenaste a tu alma y corazón a sufrir en la final de un campeonato de fútbol porque tu equipo perdió. Esto no es natural. No te engañes. Llorar por esa derrota no es algo que esté incrustado en nuestra biología. No es algo elemental ni vital. Es irrelevante, tonto y temporal. Pero tú has cultivado la disciplina de verlo como algo relevante, importante y trascendental.

Si ya pudiste hacerlo así para ese tema del fútbol, lo puedes hacer con cualquier cosa: entrénate a ser duro mentalmente.

Falta de ownership.

Si un asunto cae en tu regazo, configura tu respuesta personal a verlo como si fuera tu nuevo bebé. Por experiencia te puedo decir que hay ciertas cosas que no puedes delegar. Dios sabe que lo intenté, pero no. Tienes que estar ahí. Si un asunto azota tu bandeja, golpea tu escritorio, viola tu smartphone, engánchate al máximo en él hasta que alguien en la cadena alimenticia con más colmillos que tú venga a darte la instrucción concreta de que lo abandones y/o se lo dejes y/o transfieras a alguien más. 

Esto es ser dueño de cada asunto que nos ataca. Esto es ser gerente de los problemas que nos rodean. Quienes no suben de nivel es principalmente porque carecen de ownership constante.

Ten ownership constante.

Un abrazo, gerente de alto nivel 

Gisselle.

Persigue siempre tus sueños y hazlos realidad. No dejes nunca que nadie te diga que no. 

Y sobre todas las cosas enfócate en ser siempre muy feliz. 

Pelea siempre por lo que quieres, pero sin pasar jamás por encima de nadie. 

Ayuda a todos los que puedas. 

Da todo lo que puedas y no esperes nunca nada a cambio. 

Dar es maravilloso, aunque a veces solo tú sepas que lo has hecho. 

Recuerda siempre que el verdadero éxito está en la cantidad de gente que te quiera, te admire y te respete y no en los logros pasajeros ni en la riqueza material. 

No te sientas nunca más, pero tampoco menos que nadie. 

Esfuérzate para ser la mejor, pero nunca te lo creas ni te sientas el mejor en lo que haces, porque ése será justo el momento en el que dejarás de serlo. 

Trázate metas y objetivos claros y, por más difíciles que parezcan, alcánzalos, porque en esta vida puedes alcanzar cualquier cosa que te propongas. 

Sé siempre un buen amigo, una buena pareja, un buen líder, un buen ejemplo y, sobre todo, cuando te toque (si es que así lo decides); una excelente madre. 

Identifica bien a tus amigos, atesóralos, quiérelos y cuídalos. E identifica también a los que dicen serlo pero no lo son. Ten cuidado con los hipócritas que se acerquen a ti por conveniencia. Si tu estómago te dice que algo está mal, hazle caso, porque seguramente lo está.

Aléjate de los mentirosos y de los ególatras en exceso. Son muy peligrosos. 

Trasciende, deja las cosas siempre mejor de lo que las encontraste. En tu trabajo, en tus relaciones, en las vidas de la gente que te toque conocer. 

Nunca abandones un proyecto sin haber conseguido algo importante. Si algo no te gusta, cámbialo. Pelea porque cambie. Asegúrate de que cambie, aunque el crédito no te sea reconocido. 

Tener éxito provoca envidias y crecer supone tomar decisiones que muchas veces no son bienvenidas, entendidas o aceptadas. Que no te importe demasiado lo que diga la gente de ti, ni lo bueno, ni lo malo, pero que te importe siempre, mucho, poder irte a dormir tranquilo por las noches, en paz contigo mismo y con los que quieres. Lo demás, no importa. 

Recuerda que entre las cosas más valiosas que tendrás jamás, están tu nombre y tu manera de pensar. Nunca los traiciones, aunque te cueste dinero, proyectos o, incluso, amigos. Sé siempre fiel a lo que piensas y mantente firme en tus decisiones. 

Escucha, siempre, a cualquiera que quiera darte una opinión. Respeta las de todos y ten las tuyas claras y entiende que no siempre vas a tener la razón. 

Cuando te vaya mal, recuerda que nada es para siempre. Que ni siempre te va a ir mal, ni siempre las cosas van a salir como tú esperas. En los días malos acuérdate de los buenos y en los buenos, de los malos. Eso te da equilibrio. 

Cuando tengas una idea que te retumbe en la cabeza y no te deje dormir, persíguela y llévala a cabo. Si fracasas, aprende y sigue. Date siempre el chance de cometer errores, pero nunca sin aprender de ellos. Crece con cada experiencia y saca siempre lo bueno de todo lo que te pase, porque todo, absolutamente todo, tiene un lado bueno. Los pesimistas no lo encuentran nunca, pero los inteligentes sí. 

Recuerda también que no siempre se gana, pero no te acostumbres jamás a perder. Gana, intenta ganar siempre. 

Y sobre todo, sé feliz.

A eso se viene a esta vida: a ser lo más feliz que se pueda, como a cada uno le parezca. No malgastes tu tiempo peleando, enojándote o provocándote malos momentos. No tiene sentido. Sé siempre feliz y asegúrate de mejorar la vida de mucha gente, como has mejorado tanto la mía desde ese seis de diciembre de 2018.

Pelea siempre por vivir, feliz. 

Cuentas conmigo, mi amor.

La gente que dice que no hay trabajo en México.

Error. Trabajo sí hay. Bastante.
Te lo digo yo que contrato gente y convivo con gente que contrata más gente.
Tres tendencias que he notado en quienes se quejan de que no hay trabajo en el país:

A) Quieren ganar mucho dinero de entrada,
B) Sabotean sus posibilidades y
C) Buscan que todo se ajuste a ellos.

A) QUERER GANAR MUCHO DINERO DE ENTRADA.

Hay trabajos que pagan muy bien y que dan excelentes prestaciones. La aplastante mayoría de esos empleos jamás van a ser publicados en periódicos o bolsas de trabajo en línea. ¿Por qué no? Porque si yo gerente soy ascendido a director voy a jalar al puesto que estoy dejando libre a alguien que conozca, a alguien que ya haya trabajado conmigo.

A alguien de mi círculo.

No voy a poner un anuncio para contratar a un grupo de desconocidos, por muy buenos que puedan ser.
Si le puedo dar un empleo de treinta - cuarenta mil pesos mensuales a alguien, se lo voy a dar a alguien probado dentro de mi rango de atención.

¿Cómo ser alguien probado? Siendo chingón en todo lo que te hayan puesto a hacer desde el nivel más bajo hasta el nivel en que te encuentres.

Que si eras el que barría los pisos, lo hacías más rápido y mejor que los demás. Que te quedabas un rato más en tu turno para asegurarte que no quedaran las huellas marcadas de los demás. Que te tomabas el tiempo para pulir bien los pasillos aunque no era necesario hacerlo a diario.

Cuidado con esto: muchos chicos que comienzan – y muchos que ya no son tan chicos – enfocan tontamente la manera en como trabajan. Sienten que los están «explotando» por quedarse veinte o treinta minutos más en la oficina o un par de horas. O ir en sábado cuando eso no está en su contrato. O contestar una llamada en su día de descanso.

NO ESTOY DICIENDO QUE TIENES QUE VIVIR PARA LA EMPRESA.
No estoy diciendo que tienes que dejar que te exploten. No.
Lo que intento decirte es que lo enfoques de manera diferente.
ENFOCA
TODO ESTE ASUNTO
DE MANERA DIFERENTE.

Piensa en el tipo de señal que estás enviando a todo el mundo que te ve actuar, a toda la gente que te conoce, a quienes te siguen en base a tu desempeño.
«Mira, «Fulano» siempre se queda trabajando de más. Se va a las siete y todos salimos a las cinco».

Los corto-placistas lo ven como una tontería. Mejor se van a las cinco porque hasta esa hora les pagan. Tienen una urgencia por salir de la oficina para llegar a casa a navegar en internet y compartir memes chistosos y luego para ver y poner toda su atención en lo que diga el noticiero de la noche, o el facebook.

Los empleos DE CUALQUIER TIPO son los mejores centros de exhibición personal. Aprendes a ver quién es quién, cómo se mueve, qué tanto lleva las cosas más allá de lo solicitado.

Y aparte te formas una disciplina emocional.

Obviamente debes cuidar el no ciclarte. No te vuelvas super efectivo con la finalidad de que la empresa sea la única que se beneficie de ello.

Haz que todo el mundo note el esfuerzo que haces.

No te desesperes. Esto no ocurre en un mes o en tres días. Toma tiempo. Pero vale mucho la pena.
Es tu reputación la que estás construyendo.

Aparte, estás bien joven, tienes veinte, veintisiete años. ¿Qué pinche prisa tienes por salir temprano a hacer nada? Muchos de los que más se esfuerzan en no trabajar un minuto de más NO TIENEN ninguna otra actividad relevante de largo plazo en el día. Lo he visto. Lo sé por experiencia.

Las personas que son de alto desempeño, que llevan su trabajo diario a los niveles más altos, son personas que aparte de trabajar hacen ejercicio, practican un arte, aprenden otros idiomas y conviven con nuevas personas todo el tiempo. Leen. Van al cine. Experimentan. Viajan.

Usualmente quien busca salir exactamente a su hora y hacer únicamente el trabajo que le asignan y ni un poco más es aquel que llega a casa a hacer nada.

* * *
B) SABOTEAN SUS POSIBILIDADES

Hermosas y perfectas formas en que saboteas tus posibilidades laborales ante ojos experimentados en la búsqueda del gran talento:

– El perfil solicitado en el anuncio es ideal para ti, excepto por un detalle. Y por eso detalle decides no aplicar. Lo que estás haciendo aquí es que tú solito te estás filtrando. Error. Deja que ellos te digan que no. ¿Cuál es la necesidad de que tú mismo te descartes?

– La hora en que te dieron la gran cita para la entrevista estropea tu horario de trabajo actual o de alguna materia en la escuela o una cita amorosa. Lo peor no es eso, sino que le cuentas tu problema al de RRHH para ver si te la puede cambiar. No chingues. Si te interesa, soluciona tu cuento y llega a la hora que tienes que llegar. Tus problemas son eso: tuyos.

– Hablas de «yo yo yo» todo el tiempo en lugar de «puedo hacer esto por la empresa», «en donde trabajé el equipo y yo hacíamos esto y creo que podría implementar esto aquí». Agrega valor a tu oferta, no te concentres nada más en lo que quieres recibir.

– Te expresas negativamente. De lo que sea. Una persona. Una visión del mundo. Una experiencia. Esto habla de tu estado de mente.

– No sabes controlar tu lenguaje corporal. Ni siquiera conoces ese concepto de lenguaje corporal. El que sí lo entiende, te puede leer y tú no sabes qué es lo que está ocurriendo.

– Quieres que la persona o la empresa para la que todavía no trabajas de entrada se adapte a tu horario o a los días en que puedes acudir a platicar con ellos. NO. Disculpa, pero no chingues. Este es el error más común de la gente: «es que ya no voy a poder ir a verte a la hora que quedamos porque me salió una chambita». NO DIGAS COSAS ASÍ. No nos interesan tus excusas. Te ves poco profesional. Tenías una oportunidad de llegar y ahora la has perdido.

Claro, hay gente que contrata personas de bajo desempeño.
Pero les pagan poco. Los explotan. No hay mayor trascendencia en la actividad que les van a asignar.
Las personas con amplia visión y talento saben reconocer el talento.
Y buscan atraerlo.

Ten talento. Y sé profesional.
Vaya combinación.

* * *
C) QUERER QUE TODO SE AJUSTE A TI.

Quiero un trabajo bien chingón pero de preferencia a cinco cuadras de mi casa.
Que no me haga trabajar en sábado para poder salir el viernes al antro.
Que me pague bien y que no necesite yo hacer mi máximo esfuerzo.
Que me den vacaciones cuando yo quiera para irme con mi novio a Europa.
No es que eso no exista o no se pueda.
Pero uno obtiene lo que uno da.
Para un trabajo verdaderamente fregón, tú tienes que ser verdaderamente fregón.

Que hoy en día exista gente que pueda dedicar su tiempo a escribir, viajar, dar conferencias, cursos y supervisar los negocios en los que se han embarcado no es algo gratuito.

He visto reciben comentarios de «seguro fue un niño fresa que su papá tenía dinero», «seguro estudio en esta súper universidad». No tiene nada de malo que tu familia tenga recursos. Tampoco tiene nada de malo poder acceder a una educación de élite. Nada de esto fue realidad de muchos. Pero siempre es más fácil apuntar a factores fortuitos favorables para justificar la buena situación actual de alguien en lugar de pensar que se ha partido la madre haciendo lo que ha tenido que hacer para colocarse en el punto donde está.

Yo trabajé de lunes a domingo coordinando gente, en retail, haciendo reportes basicos durante siete años. Ganando poco dinero. Sintiéndome agotado y frustrado muchas veces.

Entraba a las 7:30 a.m. y salía a las 9:30 p.m. de lunes a viernes.
Los sábados y domingos todo el día.
Me regañaron muchas veces por mil tonterías.
Me premiaron unas pocas por ser efectivo.
Me desesperé porque mis jefes no parecían notar mi valía y esfuerzo.

El día de hoy cuando escucho a un chico quejarse de que tiene que trabajar dos horas demás o contestar en su descanso yo pongo los ojos en blanco.

Un empleo es una disciplina de vida patrocinada por una empresa.

Aprovecha ese patrocinio – tan raquítico o espléndido como sea – para desarrollar la mayor cantidad posible de habilidades interpersonales en una gama profesional que te hará destacar con los años.

Si te partes la madre durante mucho tiempo seguido, te volverás una persona que sabrá lo que es el trabajo duro y podrá ponerse al frente de su propio negocio o de una dirección o gerencia porque sabe marcar el paso sin cansarse.

Pero si estás soñando con el fin de semana cada siete días, ese será todo el premio que tendrás.
Tu fin de semana bonito.

Tus días de vacaciones peleados y negociados.
Puedes poner tus condiciones.
Pero sólo cuando eres alguien indispensable.
Aunque la gente dice que no hay nadie indispensable en la empresa.

Probablemente. Pero si te acercas lo más posible a ese nivel, siendo jefazo o fundador de la misma, podrás tener acceso a situaciones que ni imaginabas.

Tus horarios.
Tu salario.
Tu libertad de acción.

Si no estás dispuesto a esforzarte para lograr ese nivel, no mereces las ventajas que tiene ser vicepresidente, director, gerente, CEO, CTO o algún puesto de alta relevancia en una gran empresa.
Todos podemos.

No todos queremos.
Trabajo sí hay. Trabajos buenos sí hay.
Persistencia verdadera, enfoque, eso es lo que hace la diferencia.

Es muy fácil identificar cuando alguien tiene la actitud incorrecta hacia su trabajo: se queja de él todo el tiempo, acusa a todos los factores externos posibles e imaginables, busca zafarse del mismo.
El problema no es el trabajo que te paga poco. El problema no es el jefe que no te valora. El problema no es la empresa que te explota.

El problema somos nosotros que al seguir inyectando nuestro tiempo a esas situaciones estamos votando porque se mantengan vivas. Votamos a favor por el mero hecho de estar ahí, por el miedo a perder «la antigüedad» y demás.

La gente dice que no hay trabajo en México.

Pero es la gente que no puede ver más allá.